Lo de Gibraltar, visto desde Portugal

Estaba con ganas de tratar el asunto de Gibraltar, pero no sabía por donde hincarle el diente hasta que he leído la columna de un célebre periodista portugués, Miguel Esteves Cardoso, «Ai, Gibraltar», en el diario «Público«. Esteves Cardoso es un poco del estilo de nuestro Alfonso Ussía por lo sandunguero y señorito, con la notable diferencia de que el portugués tiene familia inglesa y suele ser particularmente cáustico cuando trata las cosas de España. No olvidemos que la idea de Portugal se ha construido entorno a la amenaza del vecino español y, luego, sobre la alianza con los ingleses. Así que el artículo prometía.

Ahorro al lector la parte satírica del artículo, pero citaré algunas de sus frases: «Españoles e ingleses son espléndidos enemigos y da gusto ver como se dan la lata el uno al otro. Los ingleses tienen la manía de que no se inclinan ante nadie y los españoles todavía más. Los españoles no sólo no se dejan asustar, sino que además se ofenden cuando alguien trata de asustarlos. Los ingleses también adolecen -sobre todo en relación con los españoles- de la misma convicción de su superioridad.»

Así fija Esteves Cardoso el marco de esta difícil relación entre dos naciones para quienes el orgullo, la voluntad de ser nación y de ejercer como nación es un elemento capital de su razón de ser. En la España hipercrítica y tertuliana quizá esto no se vea así, pero es así como nos ven fuera. La marca España desde otro ángulo.

Esteves Cardoso aduce que España podría dificultar mucho la vida de Gibraltar y que, aunque sus simpatías están totalmente con el Reino Unido y Gibraltar, le parece muy bien que España haga saber que no está contenta con la situación y que sólo tolera Gibraltar por que quiere. Esto último, por cierto, recuerda la posición de Churchill cuando se negó a aceptar la invasión de España tras la Segunda Guerra Mundial.

España nunca aceptará la soberanía extranjera en Gibraltar, por su voluntad de ser nación, y reaccionará siempre contra aquello que considere una traición a lo pactado, sea la utilización conjunta del aeropuerto, el mecanismo de consulta adánico que pactó el gobierno del Innombrable o whatever. A partir de aquí, máximo respeto al Reino Unido.

Como digo, la voluntad de ser nación y de ejercer como tal es lo que informa el plan para 1714 que pedía recientemente Arcadi Espada en El Mundo, ahora que el Tratado de Utrecht ha vuelto a la actualidad. Sobre esto escribiré próximamente para comentar una novela fabulosa «Victus, Barcelona 1714», que el Presidente Rajoy se dispone a leer en sus vacaciones.

«Ask what you can do» – Siete días en Harvard

Harvard Kennedy SchoolSeis casos de los 500 que normalmente tiene que analizar un alumno del MBA impartido en Harvard; una semana frente a dos años. Es lo que he vivido como alumno del seminario «Creating Public Value: Challenges for Urban Management and Public Policy», organizado por el Real Colegio Complutense at Harvard, y al que asistí junto a mis queridos compañeros del Instituto de Empresa #Marina Segovia, #Guillermo Mariscal, #Gela Alarcón, #Pilar Caro, #David de Cubas, #Eduardo Beut, #José Luis Moreno e #Isabel Linares, Directora General de Centro de Innovación del Sector Público PwC-IE (véase Líderes públicos para cambiar España). Seis casos y una semana, lo suficiente creo para entrever qué podemos de Harvard, de los Estados Unidos.

Una parte sustancial del programa se dedicó a las colaboraciones público-privadas, o cómo aprovechar la flexibilidad y el legítimo afán de lucro de las empresas privadas para prestar a los ciudadanos no sólo un servicio mejor y a menor coste sino, en ocasiones, un servicio que las propias administraciones no podrían financiar con sus recursos propios.

En la parte de dedicada a la reforma de la administración, #Jane Fountain, asesora de la Casa Blanca, ilustró las ventajas de aplicar la tecnología a  la gobernanza a través de una historia de éxito europea: la OAMI de Alicante. #Robert Behn, Bob, claro,  presentó el extraordinario caso de la policía de Nueva York en los 90, cuando una suerte de «Intocables del management» consiguió reducir el 30% de una tasa de delincuencia inaceptable que los ciudadanos se habían resignado a sobrellevar. #Merilee Grindle puso de manifiesto la importancia de las personas en los procesos de reforma, así como de tener en cuenta el contexto en que aquella debe llevarse a cabo.

Me ha impresionado de Harvard el culto a la innovación y al intercambio de ideas: aprendemos del profesor, pero también de los compañeros y viceversa. Creo sinceramente que algunas de nuestras universidades tienen un buen nivel internacional, desdibujado quizá por el anglocentrismo de las clasificaciones internacionales, pero nos falta la capacidad de infundir entusiasmo y de aprovechar las capacidades de los alumnos.

Acabo con el texto de la pancarta que aparece en la foto de la Kennedy School of Government, de la que procedían la mayor parte de los profesores del seminario: «Ask what you can do». Se refiere a una frase de John F. Kennedy: «No preguntes qué puede hacer tu país por tí; pregunta qué puedes hacer tú por tu país». Esta es la enseñanza fundamental que me llevo a España. Ojalá que algún día pensáramos todos en España en estos términos.