Por un voto igual para los españoles del exterior

convenciónEn la 5ª reunión del Consejo de españoles residentes en el exterior, que se celebró en dentro de la reciente convención del Partido Popular, presenté la ponencia sobre la reforma del voto exterior que sigue. En dicha reunión se acordó reclamar la supresión del voto rogado, así como la adopción de medidas para facilitar el voto exterior. Por otra parte, el Consejo de españoles residentes en el exterior debatirá la creación de circunscripciones exteriores en cuanto las circunstancias políticas lo permitan.

La reforma de Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG)

En 2011, ante los diversos abusos constatados en la tramitación del voto por correo CERA (censo electoral de residentes ausentes), se decide la reforma de la LOREG. A consecuencia de dicha reforma los españoles el exterior ya no podremos votar en las elecciones locales y, para hacerlo en las otras tendremos que pedirlo, se introduce el voto rogado. La participación electoral en el exterior desciende espectacularmente.

Así, en las legislativas de 2011 votará ¡menos del 5% del CERA!, frente al 32% que lo hizo en las de 2009. Salvando las diferencias de estos procesos, en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 se confirma la tendencia. Votará menos del 2% del CERA en comparación con el 14% por ciento que lo hizo en 2009. Aunque la idea inicial era frenar el fraude y aumentar la seguridad jurídica de los procesos electorales en el exterior, lo cierto es que la reforma ha asestado un golpe gravísimo a la participación política de los españoles que vivimos en el extranjero.

El sufragio y la igualdad, derechos fundamentales

Recordemos lo elemental: nuestra Constitución reconoce a todos los españoles el derecho de participar en la vida pública, directamente o a través de representantes; la constitución reconoce pues a todos los españoles el derecho de elegir o de ser elegido, como también garantiza el principio de igualdad entre los españoles.

Sin  embargo, la reforma de la LOREG ha creado una situación en la que dos millones de españoles, tal vez ya la tercera demarcación electoral después de Madrid y Barcelona, ven en la práctica su derechos restringidos. La reforma nos convierte en cierto modo en ciudadanos de segunda clase frente a los otros españoles, los de dentro, que conservan la integralidad de sus derechos.

La propia Unión Europa ha advertido que las limitaciones al voto de los ciudadanos europeos residentes en Estados miembros distintos del suyo es una restricción del derecho fundamental a la libre circulación de personas reconocido en los tratados de la UE.

El cambio ha llegado también a la emigración

Las limitaciones del voto exterior son todavía más incomprensibles si las analizamos a la vista de la gran transformación que están sufriendo España y el mundo, y que también ha cambiado el paradigma de la emigración en España. La gente ya no se va fuera de España para toda una vida. En 2015 un avión tarda ocho horas en llegar de Santo Domingo a Madrid, lo mismo que un tren TER de Pamplona a Madrid en 1970. Los españoles del exterior reciben información sobre España en los mismos canales de televisión, periódicos digitales, redes sociales que los de dentro.

Por otra parte, muchos de los nuevos emigrantes son gente en cuya educación España ha invertido mucho dinero y a quienes no les puede ofrecer un trabajo digno. Si, por el hecho de abandonar España, nuestro científico o profesional joven ya no puede votar en su pueblo, o su derecho de voto es de peor calidad que el de quienes se quedan; si por irse, se convierte en un ciudadano de segunda, ¿qué motivación tendrá para regresar y devolver con creces lo que recibió de España?

Circunscripciones del exterior: el PP es también el partido de los derechos

Las limitaciones del voto exterior carecen pues de justificación, y suponen una merma de los derechos de dos millones de españoles y un perjuicio para los intereses de España. Por otra parte, en el exterior ya no nos conformamos con instituciones de la emigración poco representativas y sin competencias, que son el reflejo del paternalismo de antaño.

El tacticismo político tampoco debe prevalecer sobre los derechos de los españoles del exterior. Partidos como Podemos han hecho bandera de la emigración de los jóvenes españoles. «El PP nos echa» dicen, «condena al exilio a la mejor generación de jóvenes de la historia».

La respuesta del PP debe ser la devolución de los derechos a los emigrantes españoles: lancemos el proyecto de la creación de circunscripciones exteriores, en las cuales se elijan diputados de la emigración surgidos de entre sus filas, que conozcan sus problemas y sean capaz de defender sus intereses, en suma de representarlos apropiadamente.

Soy consciente de que ello conlleva modificaciones importantes de la legislación en vigor, incluso de la constitución, y que tal vez no sea esta la coyuntura política ideal para afrontarlas. Pero no dejemos el proyecto para el final de los tiempos y comprometámonos a trabajar por el. Recuérdese que en Francia el presidente Sarkozy cumplió su promesa de circunscripciones exteriores en menos de dos años.

Lo que debemos hacer ahora

Entretanto podemos remediar el desastre actual derogando el voto rogado e instrumentando una serie de medidas para mejorar y facilitar el voto exterior, en primer lugar promoviendo el voto electrónico: en el país del DNI electrónico de tercera generación esto no debe de ser difícil de poner en práctica. En segundo lugar, permitiendo el voto en urna en consulados o locales apropiados. De este modo las posibilidades de fraude en el voto por correo se reducirían enormemente y la participación aumentaría incluso por encima de los niveles anteriores al voto rogado. La fidelidad de los datos del CERA podría obtenerse con una actualización periódica, aprovechando la realización de algún trámite consular.

Muchas gracias.

Competitividad, innovación y reforma del voto exterior

En la presentación de la fundación Transforma España, promovida por el ex ministro Eduardo Serra, defendí que el voto exterior puede ser crucial para la competitividad de España.

En la presentación de la fundación Transforma España, promovida por el ex ministro Eduardo Serra, defendí que el voto exterior puede ser crucial para la competitividad de España.

A propósito de los científicos jóvenes que «no ven salida en su patria», el Rey Felipe VI manifestó en una reciente visita al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que «no podemos permitirnos el lujo de prepararlos para que salgan al extranjero».

Es un hecho, si bien no sabemos aún cuantificar su dimensión, que de la «generación mejor preparada de la Historia» muchos abandonan España para buscar trabajo. La inversión es pues aparentemente ruinosa: pagamos por formar a nuestros jóvenes en beneficio de los países extranjeros que los contratan.

Sin embargo, hay una posibilidad de rentabilizarla. Porque quienes van a trabajar fuera adquirirán una experiencia preciosa y nuevos conocimientos en empresas, universidades y laboratorios, muchas veces punteros. Recuperar ese know how es lo que conferirá valor añadido a la inversión de España. Recobrar a nuestros científicos —y en general a nuestros profesionales— emigrantes nos hace más competitivos y merece ser parte de la política nacional de innovación, como ya los es atraer investigadores extranjeros a España ¿Cómo recobrarlos? Por supuesto, creando de nuevo oportunidades, pero sobre todo manteniendo el vínculo de pertenencia a la patria, alimentando el deseo de regresar.

A este respecto, si el trance de salir de España conlleva además una merma de derechos, ¿cómo se restablecerá el vínculo? Si, por el hecho de abandonar España, nuestro científico o profesional joven ya no puede votar en su pueblo, o su derecho de voto es de peor calidad que el de quienes se quedan; si por irse, se convierte en un ciudadano de segunda, ¿qué motivación tendrá para regresar y devolver con creces lo que recibió de España?

Así, tanto derogar el voto rogado, que ha reducido el voto exterior —la representación de dos millones de conciudadanos— a la insignificancia, como proporcionar a quienes se van una adecuada representación de sus intereses, ya no es sólo una cuestión de derechos, sino también una necesidad en materia de política de innovación.

Las limitaciones del voto exterior obedecen a la incapacidad de entender la gran transformación, que también ha cambiado el paradigma de la emigración en España. La gente ya no se va fueran para toda una vida. En 2014 un avión tarda ocho horas en llegar de Santo Domingo a Madrid, lo mismo que un tren TER de Pamplona a Madrid en 1970. Los españoles del exterior recibe información sobre España en los mismo canales de televisión, periódicos digitales, redes sociales que los de dentro.

Las limitaciones del voto exterior carecen pues de justificación, y suponen una merma de los derechos de dos millones de españoles y un perjuicio para los intereses de España.

Joaquín Calvo pide respaldo para las candidaturas que defienden el futuro de la Unión Europea – Crónicas – Crónicas de la Emigración

Joaquín Calvo pide respaldo para las candidaturas que defienden el futuro de la Unión Europea – Crónicas – Crónicas de la Emigración.

Las europeas podrían ganarse en… América

america_latina1Desde la Tierra del Fuego hasta la Miami tropical; desde la frenética isla de Manhatan hasta la señorial Miraflores limeña, pasando por ese orgullo de la Hispanidad que es México DF; a ambas orillas del Río de la Plata; en la selva, en el llano, en la sierra, un millón de españoles podría ser decisivos para Europa, para el destino de España, si se movilizan en las próximas elecciones europeas.

Mando un saludo al bravo Alfredo Prada, que en la actualidad recorre literalmente los cuatro puntos cardinales del continente predicando la participación en estas elecciones, tan importantes para España. Quiero apoyar su esfuerzo descomunal con algunos argumentos dirigidos específicamente a los españoles de América que se pregunten: «Y a mí, ¿qué se me perdió en Europa?»

  • Si votas en las generales porque te interesa España, ¿por qué no habrías de votar en las europeas? Desde América, estas elecciones pueden parecer lejanas y distantes, pero en realidad son cruciales para España. ¡Cerca el 70% de las leyes y reglamentaciones de España están influidas por normas de la Unión Europea sobre las que el Parlamento Europeo tiene capacidad de decisión!
  • Europa te da derechos: ¡ejércelos! Aunque vivas en América, si eres español eres también ciudadano europeo. La Ciudadanía Europea te da derecho a votar en estas elecciones y decidir sobre el futuro de Europa y de España.
  • Desde América, tu voto cuenta, tu voto suma Tu voz debe escucharse en Europa para que los intereses de los españoles del exterior estén debidamente defendidos y representados por los eurodiputados. Los progresos de los ciudadanos en Europa, pueden beneficiar también a los de América. (Véase: «La UE no quiere límites al voto de los emigrantes».)
  • Los españoles que viven en América son embajadores de Europa España desea ser el «puente» entre ambos continentes y los éxitos de España serán los de los españoles de América, como ha sucedido con la supresión del visado para los ciudadanos de Perú y de Colombia. En Europa, España puede hacer mucho por América, impulsando acuerdos comerciales y de cooperación o abogando por un mejor trato para los productos americanos en Europa.
  • ¡Es el momento de demostrar que los españoles del exterior contamos! Los españoles del exterior somos cerca de 1.700.000 electores, un millón solo en América. Somos la cuarta provincia de España. Las europeas son elecciones de circunscripción única: todos los votos van a la misma lista, sin dispersarse por provincias. Nuestro voto será determinante y demostraremos que vale igual que el de los demás españoles.

Seguro que hay muchas más razones. Cuéntamelas aquí, pero, entretanto, no pierdas el tiempo: ¡solicita tu documentación electoral! (instrucciones).

 

Cinco razones para que los españoles del exterior voten en la europeas

040114_1001_eleccionese1El plazo para solicitar el voto a las elecciones europeas se abre el uno de abril y concluirá el sábado 26 de abril. Veintiséis días decisivos para más de 1.700.000 españoles inscritos en el CERA, que tendrán en sus manos el destino de Europa, pero también el destino político de los más de dos millones de compatriotas que vivimos fuera de España.

Se me ocurren cinco razones por las que un español del exterior, un emigrante, tiene que solicitar el voto:

  • Porque, aunque vivamos fuera, España también es nuestra y nos interesa: ¡Cerca el 70% de las leyes y reglamentaciones de España están influidas por normas de la Unión Europea sobre las que el Parlamento Europeo tiene capacidad de decisión!
  • Porque hay mucho en juego: El Parlamento Europeo tiene ahora más poder que nunca y su contribución a nuestro bienenstar es fundamental. Sin embargo, muchos quieren aprovecharse del desencanto causado por la crisis para restringir derechos que benefician a nuestros ciudadanos o la solidaridad con nuestros agricultores y nuestras regiones, o con los países en crisis (véase: Europeas: ¡No te castigues con tu voto de castigo!)
  • Porque es el momento de demostrar que los españoles del exterior contamos: Somos más de 1.700.000 electores. Las europeas son elecciones de circunscripción única; todos los votos van a la misma lista, sin dispersarse por provincias.  Nuestro voto será determinante y demostraremos que vale igual que el de los demás españoles.
  • Porque movilizándonos apoyamos la reforma del voto rogado, que ha causado un importante descenso en la participación electoral de los que vivimos en la Cuarta Provincia, no solo en detrimento del principio de igualdad entre españoles, sino de la propia defensa de los intereses de quienes vivimos fuera. Así, los eurodiputados podrían aprobar normas que afecten al derechos de libre circulación sin que tengamos voz suficiente en Estrasburgo.

Seguro que hay muchas más razones. Cuéntamelas aquí, pero, entretanto, no pierdas el tiempo: ¡solicita tu documentación electoral! (instrucciones).

La UE no quiere límites al voto de los españoles del exterior.

Una delegación de diputados gallegos de todos los colores presentará una propuesta del Parlamento de Galicia en el Congreso, el martes 11 de marzo, qué difícil aniversario, para la mejora del sistema de «voto rogado». En virtud del «voto rogado», cada vez que hay elecciones, los españoles del exterior, a diferencia de los demás españoles, tenemos que confirmar nuestro deseo de votar solicitando que se nos envíe la documentación electoral.

El voto rogado ha causado un importante descenso en la participación electoral de los que vivimos en la Cuarta Provincia, no solo en detrimento del principio de igualdad entre españoles, sino de la propia defensa de los intereses de quienes vivimos fuera: por ejemplo, el legislador podría aprobar leyes que afecten a nuestras pensiones o el pago de los impuestos sin que tengamos voz suficiente en las Cortes.

Varios argumentos se utilizan para justificar la limitación de los derechos electorales. De algunos se trató en «¿Si no pagas, no votas?» Sin embargo, tal limitación se impone simplemente por el hecho de vivir fuera. La UE no quiere límites al voto de los emigrantes, porque vulneran los derechos de libre circulación y residencia al introducir una discriminación frente a quienes viven en los países de origen y acogida, que sí gozan de plenos derechos electorales. La UE no quiere tampoco límites al voto de los emigrantes porque restringen la Ciudadanía Europea, que confiere derechos que se añaden a los  nacionales. La Ciudadanía Europea no puede, por tanto, resultar en menos derechos que la nacional si, por ejemplo, al ejercerla residiendo en un país de la UE te limitan el derecho de voto.

La Comisión Europea argumenta que, hoy en día, con los medios de comunicación, la tele, internet, etc., resulta impresentable sostener que quien vive fuera deja de tener interés por su país. La contradicción es total en el caso de las elecciones europeas, en las que, siendo la circunscripción de ámbito nacional, lo que está en juego es un espacio naturalmente habitado por los emigrantes

La Comisión reconoce que regular el derecho de voto es competencia nacional, pero recuerda que el derecho nacional debe ajustarse al de la UE. A partir de sus conclusiones, yo transmito las propuestas siguientes a los bravos diputados gallegos, a ver si conseguimos mejorar un poco el voto exterior:

  • Que el requisito para demostrar un interés constante en la vida política de tu país, el voto rogado en nuestro caso, se aplique con proporcionalidad, de modo que renovando la inscripción en el CERA para las elecciones generales no sea necesario rogar el voto en las europeas y las locales y regionales siguientes.
  • Que la solicitud de inscripción en el CERA o su renovación o, en cualquier caso, el voto rogado, puedan efectuarse por vía electrónica.

Por cierto, si estas mejoras se llevasen a la práctica por influencia de la UE, todos los españoles del exterior se beneficiarían, incluso si no viven en Europa, por la simple aplicación del principio de igualdad entre los españoles. ¡Razón de más para votar en las europeas!

Las expulsiones de Bélgica y el referéndum suizo

flagge-schweizLas expulsiones de ciudadanos españoles en Bélgica han abierto un nuevo frente de la guerra sucia por el voto exterior. En esta guerra, por encima de la búsqueda de soluciones para las personas, se politizan los problemas tratando de obtener réditos electorales y, peor aún, se introducen mensajes populistas, extremadamente corrosivos, que perjudican a quienes vivimos en el exterior.

Aireado por algunos medios de comunicación, el mensaje populista es en este caso que el principio de la libre circulación de personas, un derecho fundamental establecido por la Unión Europea, no vale para nada, no protege a los emigrantes, puesto que la UE no sería más que una construcción para favorecer a quienes tienen dinero. El reciente referéndum suizo, en virtud de cuyo resultado la Confederación denunciará los acuerdos de libre circulación con la UE, pone la cuestión en sus justos términos, como se verá más adelante.

Pero antes quiero ilustrar como se está fraguando este mensaje populista, comentado un reciente programa de Antena 3, Espacio Público, donde intervino el diputado de Izquierda Unida, Alberto Garzón, quien se hizo portavoz del mensaje de la «hipocresía de la Unión Europea». Garzón negó la existencia de una política social europea o incluso una política común de inmigración. La intervención de una asistente social de la activísima y meritoria asociación Hispano-Belga asbl, financiada por organismos y administraciones belgas, desbarató involuntariamente la estrategia política de «Espacio Público», explicando que en muchas ocasiones se abusa del sistema belga de protección social, que todavía hay trabajo para quien quiera trabajar y que se atiende a los casos más graves.

No obstante, la clave del debate es el referéndum suizo: se acabó el instalarse libremente en Suiza, derecho que había exigido la UE para compartir otras libertades con los suizos, como la libre circulación de mercancías y capitales. Vuelven los contingentes, el numerus clausus para entrar el país, los controles humillantes en las fronteras.  Peor aún, desaparece la posibilidad de hacer valer tus derechos sociales frente a una jurisdicción independiente: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.  Peor aún: un telediario dela BBC abrió el día del referéndum anunciado que «Suiza se atreve a hacer lo que muchos otros países quieren hacer…»

En estas difíciles circunstancias me parece que, en lugar de hacer demagogia a costa del sufrimiento de las personas, es preciso defender en Europa la ciudadanía europea y la libertad de circulación y residencia sin discriminaciones. La libertad de circulación es un derecho fundamental de la UE y, como tal, habrá de exigirse a las instituciones europeas que la apliquen efectivamente e interpreten sus disposiciones de modo proporcionado y flexible, teniendo en cuenta la situación de crisis que vive Europa. La ciudadanía europea y la libertad de circulación no son negociables.

 

Europeas: la guerra sucia por el voto exterior

paralamento europeo¿Han provocado los recortes un exilio masivo de jóvenes? ¿Se opone el gobierno a la supresión del voto rogado? ¿Pierden los españoles el derecho a la asistencia sanitaria al emigrar? Estas han sido tres de las cuestiones que se han debatido en los últimos meses y pueden influir  en las próximas citas electorales y, muy particularmente, la elecciones europeas. El propio presidente Rajoy ha tenido que garantizar en el Congreso que todos los ciudadanos españoles que salgan al extranjero volverán a tener su tarjeta sanitaria cuando regresen.

Sabemos ya que las elecciones europeas se ganarán por un estrecho margen de votos. Es aquí donde juega su papel el voto exterior, pues estas elecciones son de circunscripción única (los votos computan en una sola lista para toda España). En efecto, cerca de 1.700.000 españoles expatriados tienen derecho a votar, lo que significa que su influencia en el resultado final podría ser, sobre el papel, equivalente a la de Valencia o Sevilla, aunque debido a las particularidades de la comunidad exterior y las limitaciones de voto rogado será menor. Si se repite el porcentaje de voto exterior de las pasadas europeas, este podría representar más de 300.000 votos emitidos. Aunque en las elecciones de 2009 el PP superó en algo más de 500.000 sufragios el resultado del PSOE, la esperada dispersión del voto en esta ocasión hará que los españoles del exterior influyan decisivamente sobre la mayoría minoritaria que cantará victoria en la noche del 25 de mayo de 2014.

Pese a revestir la europeas una enorme importancia, los partidos tendrán la tentación de apuntar su artillería pesada a las cuestiones internas, dejando las propuestas por un proyecto europeo ilusionante en segundo plano, en detrimento de los españoles del exterior, que somos beneficiarios directos de la construcción europea. Por ello me parece particularmente reprobable la demagogia que se está haciendo con las cuestiones que introducen estas líneas.

Me atrevo a augurar que más allá de la guerra sucia por el voto exterior que algunos partidos llevan a cabo, se llevará el gato al agua del voto exterior el partido que sepa articular propuestas en estas elecciones que beneficien a los españoles en el extranjero, así como la adecuada representación de sus intereses en el Parlamento Europeo.

Constitución, elecciones europeas y españoles en el exterior

Yo tenía 20 años cuando se aprobó la Constitución de 1978. Entonces, nunca dudé de que habría un acuerdo para los nuevos tiempos. Como estudiante bisoño de Historia, había llegado a la conclusión de que las naciones alcanzan el éxito cuando tienen la determinación de conseguirlo. Los españoles de entonces la tenían. El premio era sumarse a las naciones más prósperas y avanzadas, obtener su reconocimiento. Solo hacía falta extraer las enseñanzas del pasado y apostar por la concordia. Dejar de lado los maximalismos. Ceder. Contrariamente a lo que afirman los malos poetas, la Historia de España no es una historia triste, porque los españoles son capaces de alterar su curso cuando es necesario. Es lo que sucedió en 1978.

La Constitución de 1978 tuvo que sufrir desde sus comienzos enormes dificultades. El nuevo sistema político español surgió entre las sucesivas crisis del petróleo y los golpes brutales del terrorismo. Por fortuna, Europa acudió en ayuda de España: la adhesión en 1986 a las Comunidades Europeas dará el espaldarazo al sistema político de la Constitución de 1978, y aportará enormes recursos: cerca de 136 mil millones de euros desde 1986, el equivalente de 22,5 billones de pesetas (véase «Un euroescepticismo incomprensible» de Fernando Pescador).

Si la Unión Europea ha sido decisiva para la estabilidad de nuestro sistema constitucional por la cobertura política y económica que nos ha prestado durante cerca de 30 años, y seguirá prestando ahora en asuntos capitales como el desafío nacionalista, es fundamental que los españoles sean conscientes de lo que se juegan en las elecciones europeas de mayo de 2014. El desinterés y un «euroescepticismo incompresible» podría traducirse en un Parlamento Europeo ingobernable, en manos de partidos filibusteros o populistas, en el momento en que esta institución ha alcanzado un poder considerable.

Las elecciones europeas revisten también el mayor interés para los españoles del exterior. Somos los principales beneficiarios de la Ciudadanía Europea, de las libertades fundamentales de circulación. El peso de los españoles del exterior es el de la cuarta provincia de España. Somos cerca de 1.700.000 electores. En unas elecciones de circunscripción única, podemos ser decisivos. Pese a las limitaciones que la Ley Electoral nos ha impuesto, nuestro voto podría servir para consolidar el proyecto de Europa y el proyecto de España.

En un mundo globalizado en el que la expatriación, la emigración, es un fenómeno en auge, la limitación de los derechos políticos de los españoles que vivimos fuera resulta cuando menos injusta. Nuestra Constitución, que respondía a las necesidades de un momento histórico concreto, evolucionará en cuanto las circunstancias lo permitan para dar respuesta a los problemas de hoy, como la corrupción o la partitocracia. Los españoles lo demandan. Llegado ese momento, habrán de restituirse también los derechos políticos a los españoles del exterior: voto igual y  representación en las Cortes.

Emigración, entre héroes y sorpresas

Llevo cerca de 30 años viviendo fuera de España y me ha emocionado el artículo de Pérez-Reverte «Héroes de ayer y hoy«, cuando dice: «Quizá, si esos muchachos que buscan en un juego de ordenador o en una película de vampiros a los héroes de hoy estudiasen la expresión… del hermano mayor que hace la maleta para jugársela lejos, allí donde consiga un trabajo y un salario dignos, comprenderían que los héroes no han muerto, sino que siguen vivos, muy cerca. Entre nosotros. Esperando una palabra de reconocimiento y el afecto de una sonrisa.»

Un emigrante asturiano me contó una vez cómo vino a Bélgica: Su padre le pidió en el lecho de muerte que se hiciera cargo de la familia. A los 16 años, sin pensárselo dos veces, el chaval se montó en un autobús para Bélgica, sin documentación, sin conocer a nadie. Con picardía y determinación eludió los controles fronterizos. Al llegar a Bruselas se dirigió al barrio de Midi, el de los emigrantes españoles de entonces. Entró en un restaurante y se sentó desfallecido en una mesa donde permaneció un buen rato hasta que la dueña, española, se interesó por el y, al conocer su aventura, le ofreció un trabajo. Con el paso del tiempo consolidó su posición y pudo cumplir la voluntad de su padre.

En España, tenemos cerca de dos millones de historias como ésta, de héroes que no se han resignado y han decidido no ser una carga ni para su país ni para sus familias. Por eso, me ha dado mucha pena el vídeo que circula por las redes «LA SORPRESA: Dedicado a todos los que están lejos«. Un vídeo hermoso, que explota la pena dulce que todos hemos sentido al reencontrarnos y despedirnos de nuestros padres y hermanos.

Digo que explota ese sentimiento, porque el vídeo concluye afirmando que «políticos, banqueros y empresarios especuladores han hecho que nuestro país no pueda darnos una oportunidad». En «La emigración de los jóvenes, ¿oportunidad o exilio?» criticaba yo el filibusterismo político de este tipo de mensajes. La generalización populista dirige la crítica contra el sistema, cuando se pueden señalar los nombres y apellidos de los responsables de las crisis. Esa misma generalización desvía la atención a la lucha por el poder político, y pone en sordina los problemas y aspiraciones de los emigrantes.

Aunque tal vez me preocupa más esa inmadurez de la que a veces se adolece en España, una de cuyas manifestaciones es aferrase al terruño como si no existiese  alternativa a la propia aldea para realizar un proyecto vital. Por cierto que un avión como el de la «Sorpresa» tarda hoy menos tiempo en ir de Madrid a Santo Domingo que el TER que nos conducía de Pamplona a Madrid, cuando se reunía la familia en verano, una vez al año.

Ciertamente, buena parte de los que estamos fuera, de haber podido elegir, hubiéramos preferido quedarnos en España. El hecho es, sin embargo, que en los países de la OCDE emigra una persona de cada 10. La expatriación es una tendencia mundial que se acentúa desde los años sesenta y el mundo se organiza para regular el fenómeno: ¿Qué sentido tendría de lo contrario la libre circulación de personas, la libertad de establecimiento, que son libertades fundamentales de la Unión Europea, sino reconocer el hecho de que expatriarse, emigrar, es una opción vital?

Exijo que no se meta la emigración en la coctelera del populismo antisistema, o acabaremos por no saber jamás quiénes son los responsables de las cosas que nos suceden. Peor aún, se olvidarán los verdaderos problemas de la emigración y se escatimará el reconocimiento que nuestros héroes demandan.