Y …Cataluña salvará a España

SCCLa prensa del nacionalismo catalanista, sector tremebundo, alertaba recientemente sobre la creación en Bruselas de una «importante estructura» de Societat Civil Catalana (SCC), financiada por las cloacas del Estado o similar. En efecto, me consta que SCC, el movimiento cívico contrario a la independencia de Cataluña, va a sumarse a los múltiples think tanks y organizaciones que desean amplificar su mensaje desde Bruselas. En cuanto a la original referencia a las cloacas, compruebo con desánimo que el manual de denigración del Estado español, después de 40 años, va necesitando una manita de pintura.

Por otra parte, me consta que quienes impulsan SCC Europa son en realidad un grupo de catalanes y personas de distinta procedencia española y europea,  que se reúnen en cafés después del trabajo, quitándole horas a la familia y al ocio, y pagan sus cervezas a escote. Por lo que se ve, las cloacas del Estado también andan tiesas.

En  esas reuniones he oído testimonio hermosos de una  Cataluña en la que no hace mucho todavía catalanes, andaluces, valencianos, extremeños trabajaba a una por la prosperidad de todos; de una tierra liberal y elegante, abierta a todo aquél  que estuviese dispuesto a trabajar duro. He oído también testimonios desgarradores, de soledad y abandono ante los desmanes de una tropa fandanga de políticos embaucadores, tuertos, lanzadores de chanclas e historiadores chiflados, dispuestos a ganar su particular paraíso al asalto.

Me parece muy oportuna la comparecencia de SCC en Europa. Debe darse a conocer la naturaleza xenófoba y populista del nacionalismo catalanista. La presión a que se  somete a los ciudadanos que no son nacionalistas a través de imposiciones lingüísticas. El desvío de recursos públicos para financiar una ridícula agenda internacional, cuando el gobierno regional vive a la griega, de las ayudas que recibe del Estado. El clima de irracionalidad dionisíaca al que los políticos nacionalistas están entregando a la sociedad catalana. Europa debe saber que en Cataluña quienes se presentan como víctimas de un Estado fascista sobre el que todavía se proyecta la sombra de Franco son, en realidad, los verdugos.

Frente a la retórica tremendista del nacionalismo, SCC aterriza en Europa con un mensaje nítido de unión entre los europeos, solidaridad y primacía del la ley y el derecho. Viene a recoger el Premio Ciudadano Europeo 2014, otorgado por el Parlamento Europeo. Y a irritar al sector tremebundo del nacionalismo catalanista.

La Traducción pudo salvar al mundo

Sonámbulos¿Qué pasaría si en el Parlamento Europeo todo el mundo hablase en su lengua y nadie entendiese la de los otros? ¿Si las instituciones de la UE dictaran solo en inglés o alemán las normas que han de aplicar los ciudadanos españoles, en cuyo defecto podrían ser multados? ¿Si la Comisión publicara sus documentos de orientación política exclusivamente en inglés, de modo que solo una minoría ilustrada tuviera conocimiento de ellos?

Aunque parezca extraordinario, la Historia de Europa nos ofrece un caso similar. Nos lo cuenta Christopher Clark en su libro «Sonámbulos», cuyo subtítulo es: «Cómo Europa fue a la guerra en 1914». En efecto, el imperio austro-húngaro tenía dos parlamentos, el húngaro y el de la región conocida como Cisleitania, que carecía de lengua propia a diferencia del primero. En el Parlamento de Cisleitania podía hablarse alemán, checo, polaco, rutenio, croata, serbio, esloveno, italiano, rumano y…¡ ruso! Sin embargo no había interpretación ni medios para conocer o archivar el contenido de los discurso que no se pronunciasen en alemán.

El filibusterismo lingüístico, es decir, pronunciar discursos en lenguas conocidas solo por un puñado de diputados, permitía bloquear las iniciativas legislativas. Así no se podía saber si el discurso contenía enmiendas a las leyes o la lista de la compra del  diputado. Los conflictos nacionalistas paralizaron la actividad legislativa y el parlamento fue disuelto en varias ocasiones hasta el comienzo de la 1ª Guerra Mundial.

En  el curso de mi vida profesional he tenido que oír en muchas ocasiones críticas contra el régimen de multilingüismo que se practica en las instituciones de la Unión Europea. En virtud de este, las lenguas oficiales de los Estados miembros son iguales entre sí —como los ciudadanos de la Unión Europea—. Por tanto, se traduce a dichas lenguas las normas y reglamentaciones que entrañan una obligación jurídica, se ofrece interpretación a los miembros de las asambleas y delegaciones para que puedan expresarse en su idioma y entender lo que otros dicen, y así permitir el funcionamiento de las instituciones. Los padres fundadores de la Unión Europea entendieron el problema y consagraron la primera «ley» de la UE al régimen lingüístico.

Las citadas críticas se refieren a los costes del multilingüismo y se apoyan en una visión tecnocrática, en cuya virtud para que las instituciones europeas funcionen bastaría con utilizar el inglés o dos o tres lenguas de trabajo.

La tesis de «Sonámbulos» es que, aunque la guerra era posible a principios de 1914, se pudo haber evitado si no se hubiesen concatenado una serie de elementos hasta formar la tormenta perfecta. Por el ejemplo, el nacionalismo, la incompetencia de los diplomáticos o la disfuncionalidad de las instituciones, como en el caso del Parlamento de Cisleitania.

Por un voto igual para los españoles del exterior

convenciónEn la 5ª reunión del Consejo de españoles residentes en el exterior, que se celebró en dentro de la reciente convención del Partido Popular, presenté la ponencia sobre la reforma del voto exterior que sigue. En dicha reunión se acordó reclamar la supresión del voto rogado, así como la adopción de medidas para facilitar el voto exterior. Por otra parte, el Consejo de españoles residentes en el exterior debatirá la creación de circunscripciones exteriores en cuanto las circunstancias políticas lo permitan.

La reforma de Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG)

En 2011, ante los diversos abusos constatados en la tramitación del voto por correo CERA (censo electoral de residentes ausentes), se decide la reforma de la LOREG. A consecuencia de dicha reforma los españoles el exterior ya no podremos votar en las elecciones locales y, para hacerlo en las otras tendremos que pedirlo, se introduce el voto rogado. La participación electoral en el exterior desciende espectacularmente.

Así, en las legislativas de 2011 votará ¡menos del 5% del CERA!, frente al 32% que lo hizo en las de 2009. Salvando las diferencias de estos procesos, en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 se confirma la tendencia. Votará menos del 2% del CERA en comparación con el 14% por ciento que lo hizo en 2009. Aunque la idea inicial era frenar el fraude y aumentar la seguridad jurídica de los procesos electorales en el exterior, lo cierto es que la reforma ha asestado un golpe gravísimo a la participación política de los españoles que vivimos en el extranjero.

El sufragio y la igualdad, derechos fundamentales

Recordemos lo elemental: nuestra Constitución reconoce a todos los españoles el derecho de participar en la vida pública, directamente o a través de representantes; la constitución reconoce pues a todos los españoles el derecho de elegir o de ser elegido, como también garantiza el principio de igualdad entre los españoles.

Sin  embargo, la reforma de la LOREG ha creado una situación en la que dos millones de españoles, tal vez ya la tercera demarcación electoral después de Madrid y Barcelona, ven en la práctica su derechos restringidos. La reforma nos convierte en cierto modo en ciudadanos de segunda clase frente a los otros españoles, los de dentro, que conservan la integralidad de sus derechos.

La propia Unión Europa ha advertido que las limitaciones al voto de los ciudadanos europeos residentes en Estados miembros distintos del suyo es una restricción del derecho fundamental a la libre circulación de personas reconocido en los tratados de la UE.

El cambio ha llegado también a la emigración

Las limitaciones del voto exterior son todavía más incomprensibles si las analizamos a la vista de la gran transformación que están sufriendo España y el mundo, y que también ha cambiado el paradigma de la emigración en España. La gente ya no se va fuera de España para toda una vida. En 2015 un avión tarda ocho horas en llegar de Santo Domingo a Madrid, lo mismo que un tren TER de Pamplona a Madrid en 1970. Los españoles del exterior reciben información sobre España en los mismos canales de televisión, periódicos digitales, redes sociales que los de dentro.

Por otra parte, muchos de los nuevos emigrantes son gente en cuya educación España ha invertido mucho dinero y a quienes no les puede ofrecer un trabajo digno. Si, por el hecho de abandonar España, nuestro científico o profesional joven ya no puede votar en su pueblo, o su derecho de voto es de peor calidad que el de quienes se quedan; si por irse, se convierte en un ciudadano de segunda, ¿qué motivación tendrá para regresar y devolver con creces lo que recibió de España?

Circunscripciones del exterior: el PP es también el partido de los derechos

Las limitaciones del voto exterior carecen pues de justificación, y suponen una merma de los derechos de dos millones de españoles y un perjuicio para los intereses de España. Por otra parte, en el exterior ya no nos conformamos con instituciones de la emigración poco representativas y sin competencias, que son el reflejo del paternalismo de antaño.

El tacticismo político tampoco debe prevalecer sobre los derechos de los españoles del exterior. Partidos como Podemos han hecho bandera de la emigración de los jóvenes españoles. «El PP nos echa» dicen, «condena al exilio a la mejor generación de jóvenes de la historia».

La respuesta del PP debe ser la devolución de los derechos a los emigrantes españoles: lancemos el proyecto de la creación de circunscripciones exteriores, en las cuales se elijan diputados de la emigración surgidos de entre sus filas, que conozcan sus problemas y sean capaz de defender sus intereses, en suma de representarlos apropiadamente.

Soy consciente de que ello conlleva modificaciones importantes de la legislación en vigor, incluso de la constitución, y que tal vez no sea esta la coyuntura política ideal para afrontarlas. Pero no dejemos el proyecto para el final de los tiempos y comprometámonos a trabajar por el. Recuérdese que en Francia el presidente Sarkozy cumplió su promesa de circunscripciones exteriores en menos de dos años.

Lo que debemos hacer ahora

Entretanto podemos remediar el desastre actual derogando el voto rogado e instrumentando una serie de medidas para mejorar y facilitar el voto exterior, en primer lugar promoviendo el voto electrónico: en el país del DNI electrónico de tercera generación esto no debe de ser difícil de poner en práctica. En segundo lugar, permitiendo el voto en urna en consulados o locales apropiados. De este modo las posibilidades de fraude en el voto por correo se reducirían enormemente y la participación aumentaría incluso por encima de los niveles anteriores al voto rogado. La fidelidad de los datos del CERA podría obtenerse con una actualización periódica, aprovechando la realización de algún trámite consular.

Muchas gracias.